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Hacer reír a la gente, no cualquiera, hacerla llorar cualquiera: “Chester Patas Locas”

  • Foto del escritor: Jaime Andrade
    Jaime Andrade
  • 26 jun 2020
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 26 jun 2020

  • David Santos, cuenta de cómo siendo cantante de microbús, se convierte en payaso.



Cabello largo y alborotado con rayos rubios, bigote y barba larga debajo del mentón; maquillaje rosado en toda la cara acompañado de dos pequeñas chapitas en los pómulos; el labio inferior está pintado con blanco al centro y lo delinea color negro; a los costados del tabique nasal, dos discretas rayas blancas; las cejas son pequeñas pero muy marcadas con color negro; una nariz pequeña, es roja y decorada con brillantina; el toque final es su vestuario, es de un auténtico maestro de ceremonias de un circo, saco rojo, chaleco dorado, pantalón negro y zapatos exageradamente largos, esta composición encarna a este personaje, “Chester Patas Locas” su nombre de pila es David Santos, quien el pasado 07 de febrero cumplió 15 años de dedicarse al oficio de payaso.


En entrevista por llamada telefónica, Chester aceptó contar el cómo llegó a convertirse en un payaso y relatar los duros pasajes que tuvo que llegar a vivir por necesidad. Con un agradable saludo David se presenta:

“Hola, yo soy payaso, mi nombre de payaso es ‘Chester Patas Locas’, nací aquí en el Estado de México y vivo en Ciudad Nezahualcóyotl, y bueno, aquí me he desarrollado y es a lo que me dedico” dice.

Menciona que siempre ha vivido en esta ciudad mexiquense y sus estudios llegaron hasta la Vocacional 7, lugar donde fueron truncados en el tercer semestre, por un asalto que sufrió y desde ese momento comenzó a buscar oficio.


-¿Te gustaban los payasos cuando eras niño o te imaginaste llegar a ser uno?

“No, no (repite) jamás, qué crees que eso del payaso… yoooooo… (hace una pausa pensando) bueno, no tenía, así como que esa ilusión de ser payaso, o un payaso favorito, o así no lo tenía, lo mío se dio por accidente y por necesidad”.

Al paso del tiempo, David procrea un niño, a quien, con tan solo 5 años de edad, enferma de epilepsia, esto lo orilla a dedicarse a la costura, junto con la madre del pequeño. Pareciera ser que todo le salía bien, los gastos de la medicina eran altos, pero se lograba cubrir con las ventas. Todo cambio, cuando al entregar un trabajo de trajes de baño, no recibe ni un solo centavo de lo que invirtió.

“Fuimos a Veracruz y nos hicieron una mala jugada, nos llevaron a la quiebra, no nos pagaron una mercancía que entregamos y yo había pedido prestado la tela, hilos, todo para entregar ese pedido grande, entonces, cuando ya fuimos a cobrar, ellos no nos pagaron y nos llevaron a la quiebra, para pagar, tuve que vender las máquinas, ya no teníamos con que cocer, su papá de ella, nos dijo: ‘pues vénganse a cocer aquí’” recuerda David.

El pago no era el mismo, al recibir muy poco y tener un pequeño que necesitaba medicinas costosas le obliga a retomar un oficio en el que ya tenía experiencia, “cantante en microbuses” en Ciudad Nezahualcóyotl, en una de sus avenidas más conocidas “Bordo de Xochiaca”, es ahí donde conoce a todos los trabajadores y vendedores, dentro de ellos a payasos.


“Un día mi hijo se puso malo y salí yo a trabajar (cantando en el transporte público), el del camión frenó muy fuerte, fui a dar hasta el parabrisas, del enfrenón que se dio, se rompió mi guitarra, entonces no tenía dinero, se me había roto la guitarra y yo bien necesitado; entonces, un amigo payaso se me acercó y me dijo: ‘¿qué te pasó’’ y le dije: ‘mi hijo está enfermo necesito dinero’; ando vendiendo mi guitarra (suelta una pequeña risa, pues ya estaba rota) o a ver si alguien me presta, entonces me dijo: ‘Pues si quieres te maquillo y vamos a trabajar’ y yo le decía: ‘no estás loco’” comenta riendo.

La necesidad y el convencimiento de su amigo, lo impulsa a trabajar desde ese momento en el que sin guitarra y sin dinero no tener trabajo era peor.


“’Vente conmigo, vamos a trabajar (le decía su amigo, el payaso) yo te maquillo’, para no hacerte la historia larga, me maquillo; y fue una anécdota muy graciosa, a mí me maquillo y yo me sentía una mujer mal pagada (se carcajea), porque él no llevaba mucho maquillaje, él se maquillaba en la calle, yo después lo llegué a hacer, me hizo unas chapotas rojas, unas cejotas negras, me pintó el labio rojo, con unas líneas negras, yo cuando salía a trabajar salía bien arreglado y entonces yo me veía en el espejo, y pensaba yo me veía bien horrible” cuenta.

Con una rutina de chistes ya aprendida se subieron a los camiones y al tener pena, David Santos (Chester), pidió cambiar la ruta para que no lo reconocieran, es así como toman colectivos con destino a Texcoco, las actuaciones serían todo un éxito, su pequeño público los amaba.


-¿En qué momento te profesionalizaste y empezaste a tomar este trabajo ya como un oficio?


“Es una historia un poco dura (suspira) pero bueno, te comento, como te dije, ese día me maquillo, me convenció y trabajamos, yo quise contarle la historia a la mamá de mi hijo, entonces él se desmaquillo y me dijo: ‘¿te desmaquillo?’ y le dije: ‘no, no, no, es que le quiero contar a ella lo que me sucedió’ y le dije: ‘¿por qué te desmaquillas?’ y me dice: ‘es que yo tengo mi agencia de payasos, y si la gente me ve llegar maquillado, y ve que trabajó en la calle, cuando me vayan a contratar, no me van a querer pagar lo que cobro yo, en un show’ y le dije: ‘okay’”.
“Y no me desmaquillo, y fue ahí un cuadro muy triste, porque llegué con mi guitarra rota, todo maquillado, así como te comento, y en cuanto me vio entrar a la casa, se puso a llorar la mamá de mi hijo, que ¿qué había hecho?; que ¿qué había pasado?; que ¿por qué había caído tan bajo? y le dije: ‘no, deja te cuento lo que pasó, iraʾ me maquillaron los payasos y trabajé, pero aquí traigo el dinero’, ‘¡no lo vuelvas a hacer!’, me dice, ‘porque eso estuvo muy bajo’” cuenta con resentimiento.

Nuevamente, salió a trabajar a los camiones y su amigo, el payaso, otra vez lo invitó, le recordó todo el éxito que tuvieron ese día y todo el dinero que habían ganado, de tanta insistencia nuevamente lo convenció, pero en el lapso de dos meses surgiría un problema.


“Se enteró (refiriéndose a la madre de su hijo) que yo me maquillaba, y un día me fue a buscar a los camiones, me encontró, y me corrió de la casa, me dijo que no regresará a la casa, porque ella no iba a vivir con alguien que le pudiera presentar limosneros, cacahuateros y se fue, y sí, cuando llegué, me había cambiado la chapa, ya no me dejó entrar y le dije: ‘nada más déjame sacar mis cosas y pues cómo le vamos a hacer con mi hijo, o sea, yo no tengo problema, córreme si quieres, pero mi hijo’” expresa.

Sin tener casa, Ángel pidió ayuda a sus amigos para que le dieran asilo y lo consiguió, entre tristeza y desolación hasta pensó en unirse al ejército, pero su camarada, le mostró que tenía talento de payaso. Conforme paso el tiempo siguió trabajando de payaso, hasta llegar a pisar la explanada de Palacio Municipal, ahí aprendió a trabajar con más público y hasta participó en un concurso patrocinado por CONACULTA. Para profesionalizarse y poder tener un lugar en la explanada, tuvo que tomar cursos de teatro y comedia.


“Lo que yo ganaba en 15 minutos en la plaza, era lo que yo ganaba a veces en lapsos de 5 horas en un microbús, entonces, de la plaza saltó a las fiestas, pues la gente que va a la plaza te ve trabajar y si le gusta tu trabajo se acercan y te preguntan oiga para una fiesta, entonces yo tampoco había hecho fiestas, yo tenía compañeros que ya hacían fiestas, me decían te voy a llevar a mí fiesta para que aprendas, me dijeron: ‘vamos a hacer una rutina; las rutinas que hacíamos en palacio (recuerda David); las rutinas que ensayamos y así le vamos a hacer, yo voy a entrar, tú entras y así’, y así fue como comencé en las fiestas y las mismas fiestas me sacaron de las plazas, porque ya la gente me decía oiga lo contratamos pero quiero que haga otra cosa”.

Al exigirle el público, “Chester” comienza a crear nuevas rutinas y esto le permite abrirse más y más puertas, como los salones de eventos sociales, en donde los mismos dueños lo invitaban a quedarse a trabajar, y es así como del microbús pasa a la plaza; de la plaza a las fiestas; de las fiestas a los salones de eventos sociales.


¿Cómo le haces para hacer reír a un público que está aburrido y que no está contento con nada que les haces?


“La verdad es muy complicado el hecho de ir aprendiendo de cómo hacer reír a la gente, algo que yo aprendí es hacerla reír sin burlarte de ellos, porque es un problema con los payasos, la gente siempre que ve un payaso está muy a la defensiva, porque casi todos los payasos se dedican a burlarse de la gente, así que es muy difícil hacerlos reír, yo creo que toda la gente, cuando le das un show, donde tú los diviertes con lo que haces, pues bueno no es algo que les ofenda; y como que te ponen un poco más de atención, y aun así es difícil; porque es como que irle buscando chistes que embonen en cada fiesta, cada público es diferente, es ir analizando, quién se ofende con qué chiste, entonces, sí es complicado analizar a la gente, porque cada público es muy diferente”.

Las experiencias en el mundo laboral son muy diversas, “Chester Patas Locas” recuerda una fiesta muy inusual, la cual lo ha dejado marcado de por vida.


“Una vez me contrataron para cantarle las mañanitas a un niño que… no me quisieron explicar mucho, festejé la fiesta en un panteón (dice sorprendido) y le llevaron (hace una pausa larga)…. yo hice el show en el panteón, a un pequeño que había fallecido, fue algo muy raro para mí, pero fue... yo creo que un gesto muy (suspira) … no sé, a mí me dio muchísimo sentimiento, yo me esforcé lo que más podría, fue algo complicado, porque yo creo que la gente, bueno la familia, estaba allí, pues alrededor, la verdad estaban tristes, era difícil divertirlos, o sea, sí se reían, pero el show era para él, y entonces yo traté como enfocarlos, no estén tristes, él está aquí, nos está viendo desde allá arriba, y está aquí sentado, entonces eso fue algo como que muy extraño, pero sí fue una experiencia… pues sí extraña, pero muy muy bonita” cuenta nostálgicamente.

David Santos “Chester” ha sufrido una vida de carencias, de momentos amargos, momentos felices, de experiencias y ha conocido a todo tipo de personas, al preguntarle una frase que le haga reflexionar o que siempre tenga en mente, él responde:


“Cuando yo trabajaba en los camiones, ahí donde maneja el chofer, tenía escrito una frase que decía ‘voy con dios, sino regreso estoy con él’, es una frase muy fuerte, en la que yo pensaba al salir a trabajar, yo se la dejaba escrita a mí familia, cuando me iba a trabajar y siempre se las decía ‘voy con dios, sino regreso estoy con él’.

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